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Esta obra propone al público interactuar con los bailarines de forma directa: es este quien decide el qué y el cómo los bailarines ejecutarán y/o resolverán las propuestas. Pulsando botones, usando sus celulares, espiando, hablando, el público

se fascina e involucra en el juego de intervenir en una pieza lúdica, divertida. Se propone romper con la pasividad de un público crítico y apático. Sin su participación activa, la obra se trunca: simplemente no se da. 

El Público Manda

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