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Toda seducción es un acto de violencia; toda perversión, un llamado. El encuentro refleja aquello que no tenemos, el otro es una proyección de nuestros deseos. El otro como imposible armonía, reflejo quebrado, desencanto. Dos se aproximan, llegan, hablan para enmudecer, para escuchar su aislamiento. Dos cuerpos se unen buscando su muerte.

Esta obra interactiva recorre tres etapas donde las nociones de deseo, intimidad y conocimiento del otro se alteran en función de distintos niveles de violencia. La música, el juego y el agua devienen ruido, manipulación y ahogo. Del diálogo al acecho, de la mirada al acoso, de la caricia al abandono: el deseo, a flor de piel, se interrumpe. ¿Qué queda sino un cuerpo aislado en los límites de su figura ya sin la promesa del otro? La violencia nos habita.

De la Seducción a la  Violencia 

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